Escribir es más allá de la corteza.
Escribir es más allá de la cáscara.
Representación imposible.
Ese es su motor: lo imposible.
* * * * *
Verla volar,
no estallar,
por los aires.
Verla sostenida por una corriente de aire cálido.
Un aliento suave, una brisa.
Por un instante ver con la ligereza de una polaroid
el retrato de ella riendo a mi costado.
Su belleza.
Su esplendor.
Carrousel endiablado.
Rojo al borde de la pasión.
Ella y su demonio.
Ella y su diablito magnífico.
* * * * *
Soy yo quién apuesta.
Los caballos de las palabras se alborotan.
Todos quieren llegar primero.
En el codo y por atropellada,
el pelotón desbocado arrastra tras sus patas una gran nube de tierra.
Todos empujan.
Todos arrancan alaridos.
Están en la recta final.
Y nadie puede aventurar lo que vendrá.
* * * * *
Entonces no podemos pensar la vida
como una miserable puesta en escena decadente.
Hay que dinamitar el puente.
Hay que dinamitar el puente de la palabra.
Que vuele por los aires.
Tanta fragilidad.
* * * * *
Nada apaga el fuego de tus labios.
Y esto es hoy, domingo por la tarde.
Cuando el sol ha terminado con el reinado de las lluvias
que llovieron para vos
y sale a dar luz sobre nosotros.
* * * * *
Y todo fue un viento rasante.
Ni siquiera torbellino.
Ni siquiera vendaval.
Un viento rasante como estela de un avión de guerra que de tan cargado parecía rozar su metálico vientre contra los campos minados por el vietcong.
* * * * *
Sueño.
Y el sueño es animal.
Perlas. Siempre hubo perlas.
Perlas que se deslizan por la comisura de sus labios.
Una golpea contra el suelo.
Se desarma.
Como el mercurio.
Se reunirá.
Será siempre uno.
Animal.
* * * * *